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La Terapia Sistémica tiene sus orígenes en el contexto de la terapia familiar, pero va más allá de este ámbito de intervención.

Este enfoque se basa en la teoría general de los sistemas, lo cual implica que no se centra en cada uno de los individuos, sino que concibe la realidad desde una perspectiva holística e integradora, basada en el contexto social, formado por muchos elementos que interactúan constantemente entre sí, se apoya en los recursos y las competencias de la persona, lo cual permite el desarrollo y la movilización de potencialidades y de puntos fuertes, a fin de que puedan recobrar su creatividad y encontrar sus propias soluciones.

Dicho de otro modo, este enfoque está más enfocado hacia las relaciones que hacia los fenómenos psicológicos privados de cada persona. Así como a los aspectos emocionales y cognitivos de estas dificultades, este enfoque considera que el entorno (conjunto de sistemas, relaciones y situaciones) contribuye a mantener los problemas psicológicos, pero también a resolverlos.

Es un espacio para entender y transformar no solo lo que vives, sino cómo lo vives con quienes te rodean.